domingo, 1 de marzo de 2009

Roma: Detalle en Piazza Navona

Ese día se reunieron todos alrededor de la plaza para presenciar la caída del frío sol de febrero.
Buscando la coartada una vez más, como todas las tardes, se sentaban en las terrazas los que siempre creyeron en el amor, siempre con la firme intención de confirmar sus presagios y disfrutar de algún detalle, cada vez menos frecuente.
Disculpados quedan los que llegaron poco antes, por hacerles esperar tanto. Eran nuevos allí y no están acostumbrados.
Mientras los figurantes, corderitos inocentes, paseaban por la plaza, el sol se agachó despacio. Las fuentes y los pintores dejaron de distraer para celebrar, con el silencio más amplio del mundo, la sincera declaración que otorgó ese abrazo.
No se fueron, los que siempre creyeron. Se quedaron para contarlo, igual que la última vez.
Dejaron marchar a los nuevos, impacientes. Casi nunca creyeron. Tampoco ahora los necesitamos.