Aparezco y estreno este blog después de un viaje de 12 días con sus 12 noches + 3 semanas de asentamiento en mi nueva ciudad.
El viaje brevemente: Sevilla - Málaga - Almería - Valencia - Canet de Mar, Barcelona - Girona - Saint Raphael, Niza - Bologna (1 noche pa dejar las valijas) - Pescara (o Pescase) - Florencia - Bologna (y asentamiento en la nueva morada).
Ya he empezado a ver Italia, sorbo a sorbo. Hace 2 semanas le tocó a Milan (San Siro y gol de Ibrahimovic de tacón incluido), la próxima le toca a Napoles.
Mi primer amigo es napolitano, voy a empezar a sentir los tentáculos de la Camorra... Y con esto voy a contar una de las anécdotas de mi estancia, que no tienen nada que ver con la Camorra precisamente, pero sí con el coleguita éste.
Él trabaja en Florencia, lo conocí en Sevilla, vaya lío, y la primera vez que meto a alguien en el piso de Bologna y vaya tela… Esto hay que contarlo despacito. Se viene el artista éste un fin de semana a mi piso. Las dos primeras semanas he estado compartiendo una habitación triple hasta que ya me han dejado la individual libre, pa poder meter a to mis amigos de mi tierra. Sábado por la noche, salimos los dos a ver si quemamos Via Zamboni, uno de los centros neurálgicos de Bologna, Nos ponemos hasta la azotea de cerveza después de sufrir el gol de Van Nistelroy (min. 91) ante el glorioso Real Betis en un pub que parecía el Bernabéu . -Cagoentó, Peppe, -le decía yo- me he ido de España huyendo de los putos madridistas y aquí los hay hasta en la sopa. Él asentía con la cabeza, después de la segunda pinta de cerveza, como los perritos esos que están en los salpicaderos de los coches (que se quedan emblanquiñaos para siempre después del primer verano dándole el sol). A las 3.30h plegamos velas y nos vamos pa casa. La situación pa dormir es la siguiente: la habitación triple tiene literas y una cama aparte. En la litera de abajo duerme Giulia, mi contacto boloñés, a la que conocí en Sevilla hace dos años, era estudiante de CLIC y es la que me ha ayudado antes de llegar a aquí, ella duerme en su cama con una amiga que se había quedado esa noche, en la litera de arriba duerme Peppe, y en la cama aparte duermo yo. Y duermo y duermo, porque de lo que pasó después yo no me enteré hasta la mañana siguiente. A la media hora (supongo) después de acostarnos, el napolitano empieza a sentir que la lavadora del estómago se le está poniendo como al niño de los garbanzos del chiste de Paco Gandía. Según cuentan las dos que dormían en la habitación, empieza a llamarme: “Jávier!Jávier!” (que sí, que sí, que me dice Jávier y no Javier). Yo, frito. La amiga de Giulia se despierta asustada, la pobre chavala durmiendo en una cama que no era la suya y a las 4 de la mañana escucha a un tio pegando voces. Bajó la escalerilla de la litera como pudo, es decir, a oscuras y sin gafas (puedo asegurar que con gafas ve menos que Joseff Milks, uséase, Pepe Leches. Como no hizo el COCAM (Cursillo de Orientación en Casa Ajena para Miopes), pues no se acordaba donde estaba la puerta, si al fondo a la izquierda o a la derecha. La puerta estaba donde decía la canción de Siniestro Total: Al fondo a la derecha. No hace falta que explique pa donde tiró él. Ya es demasiado tarde…La lavadora empieza a vaciar el líquido en la habitación: primero, en el ordenador de Giulia, luego en el parqué, las manchas no se han quitado, parece que ha pasado por aquí el Cid Campeador, y al final, ya al final, vomitó en el water. A esas alturas, las chavalas estaban despiertas y con la luz encendida. Pero el pequeño héroe no volvía a la habitación, Giulia decide asomarse al cuarto de baño y ve que el chaval está echando una cabezadita que se prolongó un par de horas. Y las niñas durmiendo con la luz encendida, esperando que vuelva… El que dormía era yo.
Seguiré contando historias verídicas.
Besos para todos y flores, muchas flores, aunque no sea primavera.