lunes, 8 de diciembre de 2008

Fotos 3: Verona

Arena Romana, interior
Arena Romana, exterior
Piazza Brà
Desde el Ponte Scaligero
Casa di Giulietta
Piazza delle Erbe
Dante, Greta, Barbara y yo

jueves, 4 de diciembre de 2008

Verona: spritz en la Señoría de los Scaligeri

Llegamos poco antes de la hora en la que los gladiadores asomaban sus armaduras en el anfiteatro. La primera parada debía ser allí: la Arena Romana. Sorprendentemente bien conservada, sirve a su ciudad como balcón de la ópera en verano y presume, con su fachada de ladrillos rosados, de ser la flor abierta de la Piazza Brà.
El puente Scaligero nos invita a disfrutar de una vista del río Adigio rodeando el centro histórico que gobernó la dinastía Scaligeri.
Paseando por Via Mazzini comprobamos la elegancia indudable de la ciudad, cercana al paisaje urbano centroeuropeo, y la fusión con sus gentes, que celebran el sábado como el gran día.
El camino de acceso al patio de la Casa di Giulietta se decora a diario con los mensajes de amor que las parejas hacen colgar de sus paredes. Sin duda, Shakespeare había imaginado así el famoso balcón. Dicen que si deseas encontrar un nuevo amor, debes tocar el pecho derecho de la estatua de bronce de Giulietta. No lo hice. Si ese es el símbolo del amor, por primera vez le he dado la espalda. Quizás otro día.
La Piazza delle Erbe, antiguo foro romano, es el corazón de Verona. Tomando un spritz, especie de vermú típico de la zona, contemplamos la historia y su mercadillo eterno. Un lugar que no se olvida.
Hace tiempo que se ha ido el sol. Los veroneses continúan paseando.
Gracias a Barbara y a Greta, con las que ha sido más fácil conocer la ciudad de los enamorados.

martes, 25 de noviembre de 2008

Florencia y el Negro Enrique

Viernes 19 de septiembre de 2008, 2 de la madrugada. Piazza de Sant'Ambrogio. Florencia.
Era la primera jornada fiorentina y ya es parte de nuestra memoria de risas para no olvidar. Después de contarnos algunas historias entre mojitos y cervezas, la velada y la conversación (cada vez más desenfadada) nos conduce a Peppe, a Luca y a mí hasta Maradona, cosa fácil habiendo un napolitano y yo por medio.

Peppone eleva a los cielos la figura del argentino y entonces surge la gran pregunta: ¿recuerdas quién le dio el pase a Maradona en la jugada del mejor gol de la historia?

El otro héroe era Héctor el Negro Enrique, un aseado volante de River, que dio un toque suave y sutil con el exterior de su bota derecha a 70 m del arco contrario para que recibiera Diego e hiciera lo más fácil: dejar por el suelo a media selección inglesa.
Como homenaje a Enrique decidimos crear su propio club de fans, al que desde aquí te invito a formar parte. Además, para que quedara constancia, incluimos esta información en la biografía de Héctor Enrique en Wikipedia (no te la pierdas) que puedes consultar desde aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Hector_Enrique

domingo, 16 de noviembre de 2008

Mi habitación

Mi habitación es una caja de cartón donde guardo los días presentes. Cuando hace sol, sonríe. En los días de lluvia hay que cerrar bien para evitar que algún disparate se caiga por el balcón. Sus paredes se van domesticando salpicadas a base de postales italianas y de láminas con gritos y noches estrelladas.

La adorna un espejo que le dice verdades a quien le contradice y un tímido sillón que se siente incómodo cuando te acercas.

Por lo demás, es muy acogedora. A veces, si suena Extremoduro, sube del 5º al ático y se lanza al aire volando sin motor.

Lo que mejor guarda es una cajita de madera que cobra vida y siente todo lo que le rodea y lo de más allá. Que sueña con no ahogarse cuando suba la marea. Que busca fundir soles y lunas en el mismo día.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Fotos 2: Florencia


Ponte Vecchio

Helena, Sara y Roberto

Piazza della Signoria

Río Arno

Con Helena y Luca,
desde Piazzale Michelangelo

Florencia: el gran decorado

Desde Piazzale Michelangelo, arriba, en la colina, ves una ciudad abierta a tus ojos, como un abanico que te invita a soñar y a adentrarte en su historia, en el mármol y el ladrillo que la decora. Pero como un escaparate, cambia, se transforma, de día y de noche, de jueves a viernes.

Y bajas a descubrir. Si repites, cada paseo te enseña algo más. El Ponte Vecchio no es el mismo si lo atraviesas desde un lado y otro del río Arno. Cuando está anocheciendo es quizás cuando más te sorprende. La luz va dorando las paredes y reflejándose en el agua para que el río se convierta en ascuas que iluminan las dos orillas de la ciudad.

La flor de lis que simboliza a Florencia se abre desde la mañana para que sus calles muestren el esplendor renacentista que no ha dejado de serlo hasta hoy. Renace y brilla para el visitante. Michelangelo, Leonardo o Botticelli no sólo los ves en los interiores, los contemplas en lugares como la Piazza della Signoria, rodeada de esculturas imponentes.

También renace en Piazza della Repubblica, semillero de poetas posteriores, y en el Duomo, reformado en el siglo XIX para que conservara su identidad primera, así como en otras iglesias. Las tiendas y mercadillos callejeros nos llevan desde los recuerdos monumentales hasta el propio Pinocchio, toscano como su creador.

Toscana es la región que rodea al gran decorado de verdes montes, como toscanos son los cicerones que me han ayudado a descubrir Florencia: Luca, Sara, Roberto (Pepe Gálvez, un poco toscano ya) y Helena (de corazón toscano). A ellos les doy las gracias por ser tan buena gente y hacer que la risa sea parte fundamental de nuestra amistad.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Fotos 1: Nápoles

Como veis, gozo de buena salud
Piazza del Plebiscito

Nápoles y el Vesubio

Stadio San Paolo

Pizzeria Di Matteo

Tiendas con calles

miércoles, 29 de octubre de 2008

Nápoles: sonrisa mediterránea y ropa limpia

Me repitieron dos consejos antes de ir: "no te lleves el coche y no conduzcas tú". El primer consejo me lo salté porque el cicerone Peppe me aseguraba que su padre lo tenía todo hablado con el portero del parking. El segundo consejo también lo pasé por alto. Lo primero que me llama la atención es un tipo que va leyendo la prensa mientras conduce por la tangenciale (ronda de circunvalación). Aún así, es falso que se salten todos los semáforos aunque es muy habitual en el centro por la noche. Eso sí, no respetes las señales porque te pisan.



El barrio donde me alojo es Fuorigrotta, "más allá de la gruta", lugar donde termina una de las grutas subterráneas de la ciudad. Duerme a los pies de Posillipo, desde donde se puede contemplar una de las vistas más hermosas de la ciudad. Es el quartiere obrero donde se encuentra el estadio San Paolo, alma del SSC Napoli, el club que tiene de nuevo enamorada a su ciudad e intenta devolver con Lavezzi las alegrías que ya les dio Maradona mirando por encima del hombro a los poderosos polentoni del norte.


Pasear por el centro de Nápoles es saborear la brisa del Mediterráneo y sentir siempre el olor a ropa limpia que adorna los balcones de todas las calles. La pizza es inevitable, ésta es la cuna, la margarita más sabrosa de Italia.

La bandera de la ciudad conserva el pasado español, los colores de Aragón, recordados en los monumentos y en el quartiere spagnolo, barrio céntrico, que me aconsejan ver desde lejos porque no es precisamente muy seguro. Acepto resignado.


A mediodía del sábado, los niños juegan descamisados en Piazza del Plebiscito, son más listos que el hambre, puedo asegurar que se parecen mucho más a los que protagonizaban Los Olvidados de Buñuel que a los que acompañan a Juan y Medio.
Percibes que la mayoría de la gente a los cinco minutos de hablar contigo ya establece algún vínculo amistoso, se acerca. Si no es así, que es extraño, seguramente ya te han robado la cartera.
Es una ciudad dividida, no sólo por Spaccanapoli, la calle más larga que la parte en dos, sino porque su gente vive entre el amor a sus raíces y el miedo al poder establecido, dominado por la Camorra. Así es difícil respirar, por eso muchos se ven obligados, sin preferirlo, a buscar el futuro en otra ciudad.
Es así como conocí a los napolitanos para después conocer Nápoles. O la odias o la amas. Elegí lo segundo, porque pienso volver.


martes, 21 de octubre de 2008

Ex-jugadores del Betis exiliados (I)

Cada fin de semana me pasa igual. Llega la hora del partido y hay que buscar la fórmula para verlo o la forma de saber qué ha pasado. Y es que la distancia no sé por qué pero te acerca más, no sé qué pasa, pero parece que siento más los colores. Como no siempre juega contra un coloso, no siempre hay donde verlo. Así que espero noticias porque, eso sí, ahí está mi padre, mi hermano y mi primo José Carlos que con el Real Betis "pa lo que haga farta". Eso es lo malo. Me he pasado seis semanas que cuando acababa el partido no me llamaban o me llamaban tarde. Malo. Si no hay noticias, malo. Malo no, peor. Otro año igual. Colista en la sexta jornada. De todas formas, ya digo como la quiosquera de la C/ Sierpes, bética como ella sola: "Niño, pa que queremos tantas copas, que después cuesta mucho trabajo limpiarlas". Si le dices que eres bético te enseña, orgullosa, una foto que tiene con Benito Villamarín en una cena del Betis. Ella sí que es una artista.

Pero desde la lejanía me he llevado alguna sorpresa. Podría hacer una lista no muy larga de los jugadores rentables que han ido al Real Betis desde que es SAD. En cambio, la lista de mediocridades es exigente hasta para la memoria: Balan González, Athirson, Jaime (Las Palmas)... Quizás ni te acuerdes de ellos. Con algunos de estos fracasos me he encontrado en Italia, porque han sido tantos que no caben ya en España. En concreto, os presento una foto que me hice con Pepe Gálvez, que vive ahora en un pueblo cercano a Florencia y que no dudó en mostrarme la bella ciudad toscana. Se retiró después de jugar en el Burgos, me dijo.
No creas que es el único. En Milan conocí al mismísimo Francisco Javier Sánchez Jara (en la foto con camiseta azul). Como no las coló Cruyff, que una de sus virtudes era hacer debutar y darle seis o siete partidos a los que no le servían en el Barça B para luego venderlos o incluirlos en operaciones como la de Cuéllar. ¡Vaya negocio! Sánchez Jara es un buen tipo, aparte de lo poco que le ha aportado al balompié. Incluso me llevó a San Siro para ver al gran Zlatan. Después nos fuimos de copas y nos hicieron esta foto unos paparazzi que aún lo persiguen. Sigue con su bigotito...

Si vienes a Bolonia, recuerda que mi casa es una de las que tiene la bandera en el balcón.

Hasta pronto.

lunes, 13 de octubre de 2008

A ciegas

Aparezco y estreno este blog después de un viaje de 12 días con sus 12 noches + 3 semanas de asentamiento en mi nueva ciudad.

El viaje brevemente: Sevilla - Málaga - Almería - Valencia - Canet de Mar, Barcelona - Girona - Saint Raphael, Niza - Bologna (1 noche pa dejar las valijas) - Pescara (o Pescase) - Florencia - Bologna (y asentamiento en la nueva morada).
Ya he empezado a ver Italia, sorbo a sorbo. Hace 2 semanas le tocó a Milan (San Siro y gol de Ibrahimovic de tacón incluido), la próxima le toca a Napoles.

Mi primer amigo es napolitano, voy a empezar a sentir los tentáculos de la Camorra... Y con esto voy a contar una de las anécdotas de mi estancia, que no tienen nada que ver con la Camorra precisamente, pero sí con el coleguita éste.
Él trabaja en Florencia, lo conocí en Sevilla, vaya lío, y la primera vez que meto a alguien en el piso de Bologna y vaya tela… Esto hay que contarlo despacito. Se viene el artista éste un fin de semana a mi piso. Las dos primeras semanas he estado compartiendo una habitación triple hasta que ya me han dejado la individual libre, pa poder meter a to mis amigos de mi tierra. Sábado por la noche, salimos los dos a ver si quemamos Via Zamboni, uno de los centros neurálgicos de Bologna, Nos ponemos hasta la azotea de cerveza después de sufrir el gol de Van Nistelroy (min. 91) ante el glorioso Real Betis en un pub que parecía el Bernabéu . -Cagoentó, Peppe, -le decía yo- me he ido de España huyendo de los putos madridistas y aquí los hay hasta en la sopa. Él asentía con la cabeza, después de la segunda pinta de cerveza, como los perritos esos que están en los salpicaderos de los coches (que se quedan emblanquiñaos para siempre después del primer verano dándole el sol). A las 3.30h plegamos velas y nos vamos pa casa. La situación pa dormir es la siguiente: la habitación triple tiene literas y una cama aparte. En la litera de abajo duerme Giulia, mi contacto boloñés, a la que conocí en Sevilla hace dos años, era estudiante de CLIC y es la que me ha ayudado antes de llegar a aquí, ella duerme en su cama con una amiga que se había quedado esa noche, en la litera de arriba duerme Peppe, y en la cama aparte duermo yo. Y duermo y duermo, porque de lo que pasó después yo no me enteré hasta la mañana siguiente. A la media hora (supongo) después de acostarnos, el napolitano empieza a sentir que la lavadora del estómago se le está poniendo como al niño de los garbanzos del chiste de Paco Gandía. Según cuentan las dos que dormían en la habitación, empieza a llamarme: “Jávier!Jávier!” (que sí, que sí, que me dice Jávier y no Javier). Yo, frito. La amiga de Giulia se despierta asustada, la pobre chavala durmiendo en una cama que no era la suya y a las 4 de la mañana escucha a un tio pegando voces. Bajó la escalerilla de la litera como pudo, es decir, a oscuras y sin gafas (puedo asegurar que con gafas ve menos que Joseff Milks, uséase, Pepe Leches. Como no hizo el COCAM (Cursillo de Orientación en Casa Ajena para Miopes), pues no se acordaba donde estaba la puerta, si al fondo a la izquierda o a la derecha. La puerta estaba donde decía la canción de Siniestro Total: Al fondo a la derecha. No hace falta que explique pa donde tiró él. Ya es demasiado tarde…La lavadora empieza a vaciar el líquido en la habitación: primero, en el ordenador de Giulia, luego en el parqué, las manchas no se han quitado, parece que ha pasado por aquí el Cid Campeador, y al final, ya al final, vomitó en el water. A esas alturas, las chavalas estaban despiertas y con la luz encendida. Pero el pequeño héroe no volvía a la habitación, Giulia decide asomarse al cuarto de baño y ve que el chaval está echando una cabezadita que se prolongó un par de horas. Y las niñas durmiendo con la luz encendida, esperando que vuelva… El que dormía era yo.

Seguiré contando historias verídicas.
Besos para todos y flores, muchas flores, aunque no sea primavera.