martes, 26 de mayo de 2009

Santo Stefano di Sessanio, Campo di Marte, Gran Sasso (Abruzzo)

En octubre visité Campo di Marte y algunos pueblos pequeños que rodean el Gran Sasso, la cima más alta de los Apeninos, rodeada de un parque natural, en la región de Abruzzo.
Tengo la seguridad de que estuve comiendo en la llanura más relajante que he conocido. El tiempo se para. A lo lejos te rodean las montañas. Se sube hasta allí para saborear un buen vino y comer los típicos arrosticini, pinchos sabrosos de carne de oveja que compras en las tiendas/restaurantes de la llanura y que asas a tu gusto al aire libre.
Después del almuerzo es hora de conocer esas pequeñas joyas que se esconden entre las colinas. Una de ellas es Santo Stefano di Sessanio. Es una aldea de piedra que vivía en otro tiempo, decorada con tiendas de artesanía, no necesitaba los avances de los últimos siglos para mostrar su sencilla y pausada alegría al visitante.
Hace poco, las fotografías y los videos me confirmaban los malos presagios. El crujido de la tierra en Abruzzo arrancó e hizo escombros la torre y más de la mitad de Santo Stefano di Sessanio.
Prefiero mostrar las imágenes de aquella bella jornada de octubre (ver entrada del blog del sábado 18 de abril de 2009).

martes, 12 de mayo de 2009

Lucha de gigante

No sé cómo empezar esto. Es diferente a lo demás que he escrito en este sitio.

Tú has expresado lo que yo pensaba y no sabía decir.
Tú has llenado los vacíos de mi habitación.
Tú me has ayudado a expresar lo sensible del amor.
Siempre me has empujado en ese maravilloso misterio del deseo y la seducción.
Tú también me has mostrado la senda del incomprendido.
Una parte importante de lo que le debo al amor lo he aprendido de tí.
Y has hecho que Lucha de gigantes y otro puñado de canciones sean la banda sonora de mi vida.
Ahora tú, no dejes de hablar.

Mi amigo Javier ha sido el primero en avisarme esta mañana. Fue también el primero con el que aprendí a descubrir y descifrar tu guitarra y tus letras. Fuimos a verte en directo hace dieciséis años por lo menos, y ya te enterraban. Ahora tampoco. Sólo que hay que parar un momento porque el escalofrío es brutal. Le decía a Javier que el jueves mientras conducía sonó de repente en la radio Chica de ayer y sentí un escalofrío tan fuerte como el de hoy. No sé, pero nunca me había sucedido. Ya el sábado, de madrugada, Cristobilla me tocaba con su guitarra la misma canción para cantarla cerrando la boda del Lute.
Compañeros, no hago con estas letras un obituario, después de esta breve pausa, iremos otra vez a cerrar el Penta.