miércoles, 29 de octubre de 2008

Nápoles: sonrisa mediterránea y ropa limpia

Me repitieron dos consejos antes de ir: "no te lleves el coche y no conduzcas tú". El primer consejo me lo salté porque el cicerone Peppe me aseguraba que su padre lo tenía todo hablado con el portero del parking. El segundo consejo también lo pasé por alto. Lo primero que me llama la atención es un tipo que va leyendo la prensa mientras conduce por la tangenciale (ronda de circunvalación). Aún así, es falso que se salten todos los semáforos aunque es muy habitual en el centro por la noche. Eso sí, no respetes las señales porque te pisan.



El barrio donde me alojo es Fuorigrotta, "más allá de la gruta", lugar donde termina una de las grutas subterráneas de la ciudad. Duerme a los pies de Posillipo, desde donde se puede contemplar una de las vistas más hermosas de la ciudad. Es el quartiere obrero donde se encuentra el estadio San Paolo, alma del SSC Napoli, el club que tiene de nuevo enamorada a su ciudad e intenta devolver con Lavezzi las alegrías que ya les dio Maradona mirando por encima del hombro a los poderosos polentoni del norte.


Pasear por el centro de Nápoles es saborear la brisa del Mediterráneo y sentir siempre el olor a ropa limpia que adorna los balcones de todas las calles. La pizza es inevitable, ésta es la cuna, la margarita más sabrosa de Italia.

La bandera de la ciudad conserva el pasado español, los colores de Aragón, recordados en los monumentos y en el quartiere spagnolo, barrio céntrico, que me aconsejan ver desde lejos porque no es precisamente muy seguro. Acepto resignado.


A mediodía del sábado, los niños juegan descamisados en Piazza del Plebiscito, son más listos que el hambre, puedo asegurar que se parecen mucho más a los que protagonizaban Los Olvidados de Buñuel que a los que acompañan a Juan y Medio.
Percibes que la mayoría de la gente a los cinco minutos de hablar contigo ya establece algún vínculo amistoso, se acerca. Si no es así, que es extraño, seguramente ya te han robado la cartera.
Es una ciudad dividida, no sólo por Spaccanapoli, la calle más larga que la parte en dos, sino porque su gente vive entre el amor a sus raíces y el miedo al poder establecido, dominado por la Camorra. Así es difícil respirar, por eso muchos se ven obligados, sin preferirlo, a buscar el futuro en otra ciudad.
Es así como conocí a los napolitanos para después conocer Nápoles. O la odias o la amas. Elegí lo segundo, porque pienso volver.


martes, 21 de octubre de 2008

Ex-jugadores del Betis exiliados (I)

Cada fin de semana me pasa igual. Llega la hora del partido y hay que buscar la fórmula para verlo o la forma de saber qué ha pasado. Y es que la distancia no sé por qué pero te acerca más, no sé qué pasa, pero parece que siento más los colores. Como no siempre juega contra un coloso, no siempre hay donde verlo. Así que espero noticias porque, eso sí, ahí está mi padre, mi hermano y mi primo José Carlos que con el Real Betis "pa lo que haga farta". Eso es lo malo. Me he pasado seis semanas que cuando acababa el partido no me llamaban o me llamaban tarde. Malo. Si no hay noticias, malo. Malo no, peor. Otro año igual. Colista en la sexta jornada. De todas formas, ya digo como la quiosquera de la C/ Sierpes, bética como ella sola: "Niño, pa que queremos tantas copas, que después cuesta mucho trabajo limpiarlas". Si le dices que eres bético te enseña, orgullosa, una foto que tiene con Benito Villamarín en una cena del Betis. Ella sí que es una artista.

Pero desde la lejanía me he llevado alguna sorpresa. Podría hacer una lista no muy larga de los jugadores rentables que han ido al Real Betis desde que es SAD. En cambio, la lista de mediocridades es exigente hasta para la memoria: Balan González, Athirson, Jaime (Las Palmas)... Quizás ni te acuerdes de ellos. Con algunos de estos fracasos me he encontrado en Italia, porque han sido tantos que no caben ya en España. En concreto, os presento una foto que me hice con Pepe Gálvez, que vive ahora en un pueblo cercano a Florencia y que no dudó en mostrarme la bella ciudad toscana. Se retiró después de jugar en el Burgos, me dijo.
No creas que es el único. En Milan conocí al mismísimo Francisco Javier Sánchez Jara (en la foto con camiseta azul). Como no las coló Cruyff, que una de sus virtudes era hacer debutar y darle seis o siete partidos a los que no le servían en el Barça B para luego venderlos o incluirlos en operaciones como la de Cuéllar. ¡Vaya negocio! Sánchez Jara es un buen tipo, aparte de lo poco que le ha aportado al balompié. Incluso me llevó a San Siro para ver al gran Zlatan. Después nos fuimos de copas y nos hicieron esta foto unos paparazzi que aún lo persiguen. Sigue con su bigotito...

Si vienes a Bolonia, recuerda que mi casa es una de las que tiene la bandera en el balcón.

Hasta pronto.

lunes, 13 de octubre de 2008

A ciegas

Aparezco y estreno este blog después de un viaje de 12 días con sus 12 noches + 3 semanas de asentamiento en mi nueva ciudad.

El viaje brevemente: Sevilla - Málaga - Almería - Valencia - Canet de Mar, Barcelona - Girona - Saint Raphael, Niza - Bologna (1 noche pa dejar las valijas) - Pescara (o Pescase) - Florencia - Bologna (y asentamiento en la nueva morada).
Ya he empezado a ver Italia, sorbo a sorbo. Hace 2 semanas le tocó a Milan (San Siro y gol de Ibrahimovic de tacón incluido), la próxima le toca a Napoles.

Mi primer amigo es napolitano, voy a empezar a sentir los tentáculos de la Camorra... Y con esto voy a contar una de las anécdotas de mi estancia, que no tienen nada que ver con la Camorra precisamente, pero sí con el coleguita éste.
Él trabaja en Florencia, lo conocí en Sevilla, vaya lío, y la primera vez que meto a alguien en el piso de Bologna y vaya tela… Esto hay que contarlo despacito. Se viene el artista éste un fin de semana a mi piso. Las dos primeras semanas he estado compartiendo una habitación triple hasta que ya me han dejado la individual libre, pa poder meter a to mis amigos de mi tierra. Sábado por la noche, salimos los dos a ver si quemamos Via Zamboni, uno de los centros neurálgicos de Bologna, Nos ponemos hasta la azotea de cerveza después de sufrir el gol de Van Nistelroy (min. 91) ante el glorioso Real Betis en un pub que parecía el Bernabéu . -Cagoentó, Peppe, -le decía yo- me he ido de España huyendo de los putos madridistas y aquí los hay hasta en la sopa. Él asentía con la cabeza, después de la segunda pinta de cerveza, como los perritos esos que están en los salpicaderos de los coches (que se quedan emblanquiñaos para siempre después del primer verano dándole el sol). A las 3.30h plegamos velas y nos vamos pa casa. La situación pa dormir es la siguiente: la habitación triple tiene literas y una cama aparte. En la litera de abajo duerme Giulia, mi contacto boloñés, a la que conocí en Sevilla hace dos años, era estudiante de CLIC y es la que me ha ayudado antes de llegar a aquí, ella duerme en su cama con una amiga que se había quedado esa noche, en la litera de arriba duerme Peppe, y en la cama aparte duermo yo. Y duermo y duermo, porque de lo que pasó después yo no me enteré hasta la mañana siguiente. A la media hora (supongo) después de acostarnos, el napolitano empieza a sentir que la lavadora del estómago se le está poniendo como al niño de los garbanzos del chiste de Paco Gandía. Según cuentan las dos que dormían en la habitación, empieza a llamarme: “Jávier!Jávier!” (que sí, que sí, que me dice Jávier y no Javier). Yo, frito. La amiga de Giulia se despierta asustada, la pobre chavala durmiendo en una cama que no era la suya y a las 4 de la mañana escucha a un tio pegando voces. Bajó la escalerilla de la litera como pudo, es decir, a oscuras y sin gafas (puedo asegurar que con gafas ve menos que Joseff Milks, uséase, Pepe Leches. Como no hizo el COCAM (Cursillo de Orientación en Casa Ajena para Miopes), pues no se acordaba donde estaba la puerta, si al fondo a la izquierda o a la derecha. La puerta estaba donde decía la canción de Siniestro Total: Al fondo a la derecha. No hace falta que explique pa donde tiró él. Ya es demasiado tarde…La lavadora empieza a vaciar el líquido en la habitación: primero, en el ordenador de Giulia, luego en el parqué, las manchas no se han quitado, parece que ha pasado por aquí el Cid Campeador, y al final, ya al final, vomitó en el water. A esas alturas, las chavalas estaban despiertas y con la luz encendida. Pero el pequeño héroe no volvía a la habitación, Giulia decide asomarse al cuarto de baño y ve que el chaval está echando una cabezadita que se prolongó un par de horas. Y las niñas durmiendo con la luz encendida, esperando que vuelva… El que dormía era yo.

Seguiré contando historias verídicas.
Besos para todos y flores, muchas flores, aunque no sea primavera.